La grandeza de ser un profesional de los museos es que nunca sabes cuándo o dónde necesitarás las habilidades que aprendes a lo largo de tu trayectoria. Esta es una historia sobre ello.
Hace unos meses comentaba con Robert M. Kelly un artículo que él estaba escribiendo para un periódico. Haberme ocupado de textos de museos en varias ocasiones antes, me capacitaba para dar algunas ideas. Supongo que todos los que alguna vez habéis escrito o editado textos de exposiciones o catálogos sabéis lo que significa usar un bisturí en palabras de relleno o un hacha de carnicero en párrafos enteros, para ajustar el texto al número de palabras dado.
Cuando terminamos, Bob me pidió que le ayudara con un libro que estaba escribiendo. Un libro sobre el papel pintado. Los primeros años del papel pintado.
Yo le dije: “Bob, soy Jefa de Colecciones, no sé nada sobre papel pintado y no soy una hablante nativa”
Bob dijo: “Sí, exactamente lo que estoy buscando”
A veces me alegra que, hoy en día, la mayoría de las conversaciones sean vía email, porque si él me hubiese preguntado si estaba bien enviar la Mona Lisa vía [insertar la compañía de mensajería favorita], le hubiese puesto la misma cara.
En cualquier caso, ahora, exactamente 9 meses después de que empecé a leer las primeras frases del manuscrito, el libro ha salido a la venta y yo estoy enormemente orgullosa.
¿Por qué debería leer un libro sobre el papel pintado?, te estarás preguntando.
Bien, hay muchas buenas razones: el papel pintado se encuentra en las paredes de las casas históricas y tenemos que cuidarlo tanto como cuidamos los muebles, las alfombras y otros objetos. Puede que tengamos papel pintado en nuestras colecciones, como flamantes rollos que nunca fueron entregados e instalados, como fragmentos rescatados de casas destruidas, como piezas inventariadas por error como papel de revestimiento (o viceversa) o como estudios de colecciones para cuestiones de diseño. Como siempre: cuanto más sabes sobre algo, más fácil es cuidarlo.
Pero este no es un libro sobre cuestiones de conservación o registro. Cuenta la historia social y económica de cómo el papel pintado fue hecho en sus inicios, cómo fue vendido y cómo se popularizó entre las paredes de las colonias europeas y norteamericanas. Y es un libro sobre personas.
Nos encontramos con gente que hizo, vendió, compró e instaló papel pintado. Conocemos a Jean-Michel Papillon, quien hizo las maravillosamente detalladas descripciones y dibujos del oficio destinados a la Enciclopedia de Diderot (algunos se pueden ver en el libro)- pero fue forzado por su padre a dedicarse a esto, así que lo dejó tan pronto como pudo. Thomas Coleman, quien empezó vendiendo papel pintado en Londres y más tarde se mudó a las colonias americanas para hacer lo mismo. Catharine Mac Cormick, quien fue una de las pocas instaladoras que conocemos por su nombre, representando a los innumerables empapeladores y empapeladoras que no dejaron huella en los registros.
Seguir la pista a la gente, hace fácil y divertida la lectura. Aun siendo un libro sobre la historia y tecnología del papel pintado, no es aburrido. Es un viaje hacia el pasado.
Ahora, mientras continúo mi viaje a través del camino de una Jefa de Colecciones y profesional de los museos, me intriga cuándo y dónde la habilidad de haber ayudado a que un libro sobre el papel pintado vea la luz será necesaria en otro proyecto. Mientras tanto, tendré una imagen de un papel pintado como fondo de pantalla.
El libro está disponible en todas las librerías:
Robert M. Kelly: The Backstory of Wallpaper. Paper-Hangings 1650-1750. Publicado por Wallpaperscholar.com, tapa dura, 190 páginas.
ISBN-10: 0985656107
ISBN-13: 978-0985656102
Puedes echar un vistazo aquí:
http://www.amazon.co.uk/The-Backstory-Wallpaper-Paper-Hangings-1650-1750/dp/0985656107/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1378396917&sr=8-1&keywords=Backstory+of+wallpaper
Traducción al español desde el inglés: Laura García Oliva.
Este post también se encuentra disponible en neerlandés, traducido por Jiska Verbouw, en Zulu y Ndebele, traducido por Phineas Chauke y en Francés, traducido por Marine Martineau.






