Category Archives: Historias

De puertos y puertas

Como registradores, estamos familiarizados con los estándares, políticas y normas. Recientemente, tropecé con un pasaje del estándar de Normativa Industrial Alemana (NIA, siglas en español) 15946:2011 referida a los procedimientos de embalaje y transporte de patrimonios culturales; éste recomienda que las dimensiones externas de una caja deben ser más pequeñas que las del punto más angosto, la cual debe permanecer en diagonal durante su transporte. Y que los pequeños objetos deberían ser embalados juntos si tienen el mismo destino (puede leerse este pasaje en 5.2.1 “Principios generales”). Mi primera reacción fue un rotundo:

youdontsay

“¡No me digas!” 

Más tarde, mi colega Anne T. Lane me informó que eso puede sonar como una orden dada por el Capitán Obvio, pero es de hecho algo muy sabio:

Ya que en el puerto de carga de nuestro museo universitario es imposible que un camión grande acceda, frecuentemente utilizamos el muelle vecino, perteneciente al departamento de teatro, cuando un camión de remolque grande tiene que cargar o descargar un envío. Esto significa que tenemos que arrastrar nuestras cajas a través de la galería y por una serie de pasillos y puertas.

Kevin, uno de nuestros preparadores de embalaje y conservación, estaba maniobrando para sacar una caja del museo a través de la puerta doble, pero dicha caja se atascaba. Fui en su ayuda, y vi que estaba tan incrustada que tuve que bajar las manillas para abrir y cerrar las puertas, alternadamente, en sus lados interno y externo. La caja era del tipo estándar, de madera contrachapada, con un marco externo que la dividía en dos paneles. Como la caja debía rozar las manillas de empuje de las puertas, esto hizo que se rompieran las junturas de su marco, de modo que tuve que ir bajando y subiendo las manillas hasta que finalmente la caja pasó. Como mis brazos no eran suficientemente largos para llegar hasta el otro lado de las puertas, tuvimos que mantener la caja suspendida en el ángulo justo necesario para mantener abajo una de las manillas, mientras iba por la otra para subirla. Si la caja hubiera sido 1/2 pulgada más grande, hubiéramos tenido que darla la vuelta por fuera a todo el edificio.
Un día de lo más divertido.

Texto: Anne T. Lane, traducción al español desde el inglés: Fernando Almarza Rísquez

Cómo llegué a ser registrador de museo III

Noticia de última hora; periodista descubre que es una registradora

Tracey Berg-Fulton

GUAlumniProfileKRecuerdo con total claridad el día en que me decidí a trabajar en un museo. Estaba sentada en un banco en el Ulster Museum en Belsfast, Irlanda del Norte, y acababa de finalizar unas entrevistas para un reportaje de prensa que estaba escribiendo. Como de costumbre, era un día gris y lluvioso, y me refugié en el museo.

Allí sentada, pensaba acerca de lo que yo había hecho –periodismo- y me preguntaba a mí misma si realmente podía mantenerme en eso durante treinta años.

La respuesta fue clara, contundente, y me arrugaba el corazón: no.  Habiendo yo incurrido en una deuda de miles de dólares para mi educación, y llegada a este punto, ¿qué demonios iba a hacer ahora?

Y entonces miré a mi alrededor.

Esto, esto es lo que quiero hacer. Yo siempre había amado la historia, el arte, las bibliotecas y los museos, así que ¿por qué no hacer de mi vida esto, oficialmente?

Yo había presentado mi inscripción en el programa de postgrado en historia del arte de la Universidad de Glasgow, más bien como un antojo, pensando que sería rechazada de plano por mi carencia de títulos universitarios británicos, pues mis licenciaturas en fotografía y periodismo solo estaban tangencialmente relacionadas con eso. Quedé muy sorprendida al ser aceptada para comenzar en otoño de 2007.

En Glasgow, me metí de cabeza en la investigación y la escritura, y aproveché la oportunidad para hacer prácticas profesionales con un conservador de vitrales en los Museos de Glasgow. Nuestro trabajo se enfocaba en el inventario de vitrales, y durante ese proceso aprendí acerca de los diversos roles ejercidos en un museo. No podía estar el tiempo suficiente con los objetos ni pasar mucho tiempo en las bóvedas, aunque descubrí luego que la persona que tiene más contacto con la mayoría de los materiales era, desde luego, el registrador.

Mi carrera estaba hecha. Famosas palabras finales, ¿no?

Me gradué en Diciembre de 2008, y regresé a mi ciudad natal en Pittsburgh, Pennsylvania, Estados Unidos. Había escuchado sobre la recesión en los EEUU, pero mientras me encontraba en Escocia no había entendido completamente su impacto. Me presenté a solicitar empleo en todos los museos que pude, y luego en negocios relacionados; posteriormente en cualquier trabajo en general. Y nada.

Finalmente, un contacto me presentó a otro, quien me ayudó a apuntarme en el rol de voluntaria en el Carnegie Museums of Pittsburgh. Habiendo yo tenido empleo desde los 14 años, me sentía aliviada de estar trabajando, incluso sin paga. También comencé como voluntaria en un pequeño museo comunitario, creando el inventario de sus colecciones.

Luego, en abril de 2009, tuve un accidente mientras corría, dejándome la cadera rota y temporalmente incapacitada para caminar, sentarme, conducir, trabajar o hacer cualquier cosa, salvo estar en cama. Perdí seis meses de mi vida en mi recuperación.

Luego de recuperarme, regresé a mi voluntariado en el Carnegie, y fui cambiada de cargo luego de una exitosa solicitud de mi parte, a un puesto de medio tiempo como fotógrafo de la colección. No era exactamente un trabajo de registrador, pero aun así interactuaba con muchos objetos. Disfruté mi trabajo, pero mantuve mis esperanzas hacia la apertura de un cargo de registrador, mientras presentaba solicitudes en todo el país para otras oportunidades que se abrieran.

375_513434167185_2390_nUna de esas solicitudes tuvo éxito –y partí para asumir el puesto de registrador asistente en Oklahoma en 2010. Fue una maravillosa experiencia de aprendizaje, pero la situación económica exigía que yo trabajara en Oklahoma mientras que mi esposo permanecía en Pennsylvania. Luego vino una serie de problemas de salud en mi familia, y una imperiosa necesidad de regresar. Dejé mi cargo, quedándome sin empleo, para regresar a casa.

Regresar a Pittsburgh me reconfortó, pues estaba en casa con mi familia, pero la situación de desempleo era terrible. Volví al trabajo de vendedor minorista de artículos de montañismo, con un distribuidor al aire libre mientras yo resolvía a dónde iba a ir después.

Un día me pregunté por qué no trabajar como registradora por contrato. Si no hay empleo, ¿por qué no crearme uno? Descubrí que uno de los beneficios de vivir en una ciudad mediana era que no había mucha gente haciendo trabajos por contrato (¡tal vez ya habían sido todos ocupados!).

Busqué un asesor del Comité de Registradores de la Alianza Americana de Museos, y comencé a difundir entre todos que yo estaba trabajando como independiente. Entonces, introduje mis documentos para constituirme como representante de ventas en una empresa o sociedad de responsabilidad limitada (SRL). Obtuve una respuesta sorprendentemente intensa por parte de la comunidad de Pittsburgh; yo ya estaba sobre la marcha.

Los contratos me vinieron realmente bien –yo quería ser registradora, pero en realidad mi título era más bien el de Contratista para labores técnicas en general (o “arregladora”). Me encantaba resolver problemas peculiares de mis clientes; de todo, desde pensar en cómo enviar una fotografía de un lado a otro del país durante la noche hasta reemplazar la manilla del excusado (consejo: gire la tuerca plástica en el sentido opuesto al de todas las otras tuercas que usted haya apretado antes). Fue una perfecta mezcla de arte, historia, carpintería, herramientas eléctricas, y diplomacia. Me hice mi propio horario y tuve que escoger mis proyectos, lo cual fue una bendición, especialmente cuando a un miembro de familia le fue diagnosticado cáncer.

Pero me faltaba algo. Si bien mi perro era un excelente escucha, él no tenía mucho de conversador, y yo desesperadamente echaba de menos tener colegas. Extrañaba tener una colección que conociera hasta en sus más pequeños detalles. Extrañaba una sede que yo conociera como a un viejo amigo. Extrañaba un horario más o menos regular… Lo que nadie te dice acerca del “trabajo flexible” y de trabajar desde casa es que en realidad trabajas 24 horas al día, respondiendo e-mails, facturando, calculando impuestos, trabajándole a clientes actuales, manteniéndonos actualizados en el mejor modo de hacer las cosas, estar en contacto con la gente, etc.

Y así hasta el día de hoy. Ya tengo un mes en mi empleo de tiempo completo como registradora y miembro del equipo del August Wilson Center for African American Culture. Somos una institución joven, y es estimulante estar en capacidad de establecer políticas, resolver desafíos, y abrir nuevos caminos cuando sea necesario. Estoy feliz de trabajar en una organización que cumple una importante función cultural en nuestra ciudad, y mi trabajo es increíblemente gratificante.

Ha sido un largo y tortuoso camino para llegar a este punto, pero he visto cosas asombrosas a lo largo de él. He tenido el placer de conocer y aprender de muchos de mis colegas en conferencias, junto a una taza de café, y a través de la lista de correos del Comité de Registradores de la Alianza Americana de Museos (CR-AAM). También tengo el placer de servir como Presidenta del Comité del sitio web del CR-AAM.

Cada día aprendo y hago algo bueno. Cada día veo los más asombrosos e íntimos objetos de la civilización –desde vestidos de bautizo hasta almohadillas de portero de hockey. Me satisface mi amor por esas cosas brillantes. Y tengo que rascarme la comezón tecnológica (y aun espero por un diseño de sitio web adaptable a diferentes formatos móviles a partir de una base de datos amigable (¡oigan, desarrolladores!). ¿Qué podría ser mejor?

Mirando al futuro, espero continuar creciendo en mi profesión, y espero estar más involucrada en el amplio mundo de los museos, y participar activamente en traer a los museos a una experiencia de visitación propia del siglo 21.

Texto: Tracey Berg-Fulton 

Traducido del inglés al español: Fernando Almarza Rísquez

 

Un Falso Real: Tras la pista de un falsificador de arte Parte 6

Picture from LSU University Art Museum

Mark Landis
También conocido por sus alias:
2009 – Steven Gardiner
2010 – Father Arthur Scott
2011 – Father James Brantley
2012 – Mark Lanois

Landis fue detenido… no por los investigadores del FBI, ni por la Policía, ni por la “Ley”… sino por los mejores detectives que hay: los registradores y gerentes de colecciones, que se toman su trabajo en serio y que incluso dedican parte de su tiempo en casa para reflexionar sobre sus preocupaciones. ¿Se llevaría usted su trabajo a casa? No… pero ninguno de nosotros podrá negar que cuando tenemos un caso difícil de solicitud de préstamo de una obra, algún problema de logística o de preparación de un informe, nos llevamos ese trabajo a casa, y eso nos puede mantener despiertos hasta tarde… Nada saludable ni productivo.

Durante años, Landis y sus payasadas me habían mantenido pensando en ello a diario, pero no hasta el punto de tenerme despierto toda la noche. Sobre todo me preguntaba en si él realmente dejaría de lado ese negocio de hacer falsificaciones. Landis me dijo frente a frente, el 1 de Abril de 2012 durante la inauguración de FALSO REAL: el relato de un falsificador en la Universidad de Cincinnati, que dejaría de hacerlo porque estaba cansado y aburrido de haber estado en eso por tanto tiempo. Pero, ¿qué me mantuvo a mí en esto, y por qué aun estoy tan interesado en seguir el rastro de Landis, cuando él personalmente me dijo que se detendría? No creo que él pueda o quiera hacerlo a estas alturas. Déjenme preguntarles a todos ustedes esto: ¿Quién de ustedes ha investigado este caso y ha informado a sus pares y compañeros de equipo acerca de Landis y de sus cuatro alias? Algunos están preocupados por su propia reputación, o por la de la institución para la que trabajan.

Dado que no se ha cometido ningún crimen real y no hay de qué preocuparse porque se vaya a cometer, ¿por qué todavía creo que hay más instituciones, de las más de cincuenta que han sido estafadas, que no lo quieren reconocer? Nadie quiere creer ni admitir que ha sido engañado, ni que el museo para el que trabaja ha sido estafado… sobre todo cuando sabe que yo sé, y que he compartido mis informaciones actualizadas durante todos estos años.

De modo que les animo a que hurguen a fondo en sus registros, bases de datos y papeleos de oficina, y compartan con sus pares esta extraña historia acerca de Mark Augustus Landis y de quien descubrió y reveló al más dedicado falsificador que el mundo de los museos ha conocido en años. Les animo a todos para que me envíen e-mails o me llamen, aun en el caso de que tengan la más ligera sospecha de una donación proveniente de Landis o de algo que se asemeje a una falsificación. Mi información de contacto está en la página de Autores de este blog. Y como siempre digo… haz tu trabajo bien, mantén tu nariz limpia, y todo irá bien.

¡Hablamos pronto!
Matt

 

Leer más:

¡Conozca su obra de arte!

Recientemente, conocí a Eduardo De Diego, Profesional de Seguridad Física de la Applied Research Associates, con sede en Canadá. La seguridad siempre es un gran problema en los museos, y disfruté de sus ideas respecto a los movimientos de las colecciones. Le hablé de nuestro blog, y le consulté si tenía alguna buena historia para contar. De hecho la tenía (y honestamente espero que tenga más). Disfruten su lectura. ¡Y gracias, Eduardo, por su envío!

Durante una auditoria a los procedimientos y controles de seguridad, practicada a un gran e internacionalmente reconocido museo, se nos contó de un incidente que involucraba al Curador Jefe (cuyo nombre quedará oculto en salvaguarda de la institución). Este Curador había invitado al equipo de un noticiero televisivo para hacer un “show and tell” [“Muestre y cuente”].

El curador quería mostrar a los medios una excelente falsificación de una obra muy conocida. El equipo de noticias le preguntó: “¿Cómo puede usted decir que esto es una falsificación?”. El Curador dijo “Ok, les mostraré”, y procedió a sacar la obra de arte original de las bóvedas del museo (lo cual fue una infracción a los protocolos de seguridad y control de acceso y de movilización). Trajo el original, y lo colocó junto a la falsificación en dos idénticos caballetes, y procedió a demostrar cómo su conocimiento superior del tema le permitía discernir el original de la copia. El Curador procedió luego a mostrar otras piezas y a dar su interpretación, descuidando a las dos primeras pinturas. Un miembro del equipo del noticiero decidió que era tiempo para una broma, y cambió esas dos primeras obras sin que el Curador se diera cuenta, pues su atención estaba en otra parte. El Curador regresó y el equipo periodístico le preguntó nuevamente y ante la audiencia de televidentes “¿Cuál es el verdadero, por favor?”. El Curador identificó a la falsificación como la verdadera.

Después, al Curador se le dijo lo que había ocurrido, y pasaron semanas para que una experticia independiente identificara el verdadero trabajo, y la obra original regresara a la bóveda.

Final feliz, pero costoso.

Text: Eduardo De Diego

El blog Registrador Trek va a Costa Rica

Some people from the discussion group. Photo: Georgina DeCarli

Algunos de los asistentes al conversatorio. Foto: Georgina DeCarli

Durante este pasado mes de enero estuve concentrado en un proyecto específico con la Fundación ILAM-Instituto Latinoamericano de Museos, de San José, Costa Rica. Como saben, soy Profesor de sus talleres virtuales y cursos presenciales sobre el área de Registro y Catalogación de colecciones; estos talleres ya llevan 8 ediciones, y los he impartido para prácticamente todos los países de Latinoamérica.

En esta oportunidad, el colega Esteban Calvo, Registrador del Museo de Arte Costarricense y consecuente estudioso con nuestros talleres, tuvo la magnífica idea de hacer un conversatorio, una charla informal con algunos colegas de museos de San José. El evento, realizado en la sede del Museo de Arte Contemporáneo y del Diseño de San José el miércoles 23 de enero, contó con la presencia de algunos directores, curadores, registradores y educadores de varios museos de la ciudad.

Además nos acompañó Georgina DeCarli, Directora de la Fundación ILAM, quien nos actualizó información sobre las oportunidades y modalidades de capacitación presencial y virtual que ofrece el ILAM para los trabajadores museísticos. Tratamos cordialmente temas interesantes, vinculados con nuestro ejercicio profesional, y logramos un circuito de realimentación valioso para todos.

Projection of the website. Photo: Georgina DeCarli

Proyección del website del blog. Foto: Georgina DeCarli

Allí aproveché la oportunidad y les presenté nuestro blog Registrador Trek La Nueva Generación, proyectándoles imágenes del website, e invitándoles a visitarlo y escribir en él. Fueron buenas las anécdotas sobre la fundación de nuestro blog, más las peculiaridades del trabajo día a día en nuestros museos. A continuación un par de imágenes de ese encuentro tan especial.

Fernando

¡El tamaño sí importa!

This paper machine was measured a few times before being transported.

Esta máquina bobinadora de papel fue medida varias veces antes de ser transportada.

Si usted quiere escuchar a la gente del museo quejarse, sólo diga “medidas”. Cada uno de nosotros tiene una historia que contar al respecto. Murphy, el de la Ley de Murphy, pareciera estar rondando por nuestras cintas plegables y medidores de distancia. No todas las historias son tan extremas como la que se muestra en las imágenes acá. La máquina bobinadora de papel fue medida una y otra vez, porque obviamente era la cosa más difícil de mover para su reubicación dentro del gran almacén. Teníamos la documentación técnica. Teníamos los especialistas en cargas pesadas, con experiencia en casos mucho más problemáticos que el de nuestra “pequeña” máquina bobinadora de papel. Estábamos confiados en nuestras habilidades profesionales cuando supervisamos esta parte de la máquina, que iba a ser cargada por la grúa sobre el remolque de plataforma baja. No fue sino hasta ese momento que nos dimos cuenta de que la máquina no pasaría por la puerta mientras estuviera montada sobre ese remolque bajo. No era mucho, tal vez unas pocas pulgadas. Parecía que las imprecisiones en las medidas (la altura de esa parte de la máquina, la altura del tráiler, la altura de la puerta) empeoraron el caso. No había duda –estábamos ante un problema.

On the flat-bed trailer the machine didn't fit through our gate. The riggers had to be creative...

Montada sobre el remolque bajo, la máquina no pasaba por nuestra puerta. Los cargadores tuvieron que ser creativos…

Afortunadamente, contábamos con unos expertos de carga pesada. Luego de algunas discusiones, decidimos cargar la máquina sobre unos tableros con ruedas y empujarla cuidadosamente a través de la puerta. Funcionó. Al pasar la puerta, la máquina fue de nuevo levantada por la grúa, puesta sobre el remolque de plataforma baja y mudada a su nuevo hogar.

Don't let your eyes fool you: Now it seems obvious that it doesn't fit through the gate, but that's only due to perspective. In reality it were only about 4 cm missing.

No deje que sus ojos le engañen: ahora parece obvio que no pasa por la puerta, pero eso se debe a la perspectiva. En realidad, fue sólo por unos 4 cms.

Otros casos sobre medidas mal tomadas son menos espectaculares, pero los problemas que causan son a veces mayores. No sé por qué, pero algunas personas tienden a redondear a la baja cuando se trata de medir. No es particularmente útil, especialmente si usted tiene un constructor o diseñador de embalajes con esa misma tendencia…

Hay un problema especial que surge cuando se trabaja con socios internacionales. En la Unión Europea, es práctica común la medida en el sistema métrico, mientras que en el Reino Unido y EEUU usan su propio sistema (las Unidades Imperiales y las unidades acostumbradas en EEUU). Normalmente uno como registrador tiene esto en mente, pero los malentendidos suceden de todas maneras. Recuerdo un caso en el que un fax llegado a nosotros, difícilmente legible, contenía los datos de unos objetos. Haciendo memoria, parece absurdo, pero durante mucho tiempo planificamos que algo llegaría en una pequeña caja de aproximadamente 50 x 20 x 21 centímetros (20 x 8 x 8 pulgadas). Cuando los costos estimados del viaje nos fueron faxeados, quedamos impresionados por el monto. Fue entonces cuando releímos el fax, dándonos cuenta de que lo malinterpretamos. Síp, el signo detrás de las medidas NO era una comilla doble (“), era solo una comilla normal (‘), o sea, ese signo pequeño que distingue las pulgadas (1” = 2.54 cm) de los pies (foot) (1’ = 30.48 cm). No íbamos a recibir una cajita simple, íbamos a recibir un verdadero contenedor de 20 pies…

Angela

¿Guantes de algodón blanco o guantes de blue jean?

¿Por qué son guantes blancos? Pues, ¡para que se vea cuando están sucios! Los registradores lo hacen con los guantes puestos; esto es casi un lema.

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“Registrars do it with their gloves on”
“Los registradores lo hacen con los guantes puestos”
Imagen tomada de aquí

Todos los objetos de la colección pasan por las manos del registrador y de su equipo de asistentes, desde su ingreso al museo hasta cada vez que salen para ser expuestos o cedidos en préstamo. Y un buen registrador nunca permite que nadie toque los objetos sin los guantes blancos muy limpios, o con guantes de puntos negros de hule antirresbalantes, también muy limpios, si son objetos muy pesados.

ACTUALIZACIÓN 15/1/2013: Olviden lo de los puntos negros de caucho. Como pueden ver en la sección de Comentarios, no es una buena práctica. El uso de guantes de nitrilo -o de guantes de nylon con palmas de nitrilo para los objetos pesados- es mucho mejor.

Son guantes de algodón blanco, ¡no son blue jeans!

Recuerdo que hace unos 20 años di varios pares de guantes blancos limpios a un nuevo auxiliar de depósitos que tuve, explicándole su uso, etc. Al día siguiente se presentó con los guantes teñidos de color verde muy oscuro; este auxiliar me dijo que “así, no se les ve el sucio”. Por favor… eso es tener mentalidad de blue jean

 

Uno puede vestir un pantalón blue jean varios días seguidos (ah, vamos, ¿quién no lo hace?), pues no se le ve mucho el sucio… (ya que son de color azul oscuro). Pero los guantes blancos para manipular objetos lo son, precisamente, para que se vea cuando están sucios, y así cambiarlos de inmediato por unos limpios; de lo contrario, ensuciarán los objetos manipulados. Imaginen manipular objetos de la colección con guantes oscuros “que no se les ve el sucio”, y los daños y manchas que le producirán a los objetos manipulados.

Podemos decir que si existe un símbolo para los registradores de museos del mundo: el par de guantes blancos, sobre todo si son museos de arte u objetos muy delicados, como documentales o arqueológicos. Es no solo la idea publicitaria de la imagen y empresa señaladas al comienzo de estas líneas; es también el proyecto de la Asociación de Museos del Atlántico-Medio de EEUU, que con esa denominación invitó el año pasado a registradores, gerentes de colecciones y archivistas a su reunión de trabajo de voluntariado. Esta acción fue bautizada por ellos como “La pandilla de los guantes blancos”.

Esa denominación les viene muy bien a los registradores y gerentes de colecciones de todo el mundo.

Fernando Almarza Rísquez

 

Este post también se encuentra disponible en francés, traducido por Kelsey Brow.

Negocio serio

Un registrador de Nueva York se pregunta cuál lado es arriba

Un registrador de Nueva York se pregunta cuál lado es arriba

Sí, el trabajo del registrador es un asunto serio. Todos esos objetos valiosos en nuestra colección, las tareas de documentación; los registradores somos muy serios y no andamos con tonterías. ¿Cierto? ¡Cierto! ¿Por qué entonces a veces uno ve una reunión en la que el registrador y los miembros de su equipo están presos de risitas nerviosas? ¡Porque nuestro trabajo está repleto de humor involuntario!

Recuerdo que una vez una caja de embalaje que llegó para una exposición decía “Este lado hacia arriba” sobre dos de sus bordes opuestos. Infortunadamente, no tomé una fotografía, pero pueden imaginarse lo feliz que estuve al recibir la fotografía que ven a la izquierda, tomada por Noel Valentin, del Museo del Barrio de Nueva York.

Y ni hablar de las cosas humorísticas que se pueden encontrar en las bases de datos. ¿Qué me dicen del “Cuchillo sin hojilla y sin mango”? Creo que hay maneras más inteligentes de decirnos que ese objeto se encontraba en condición de pérdida total. Y esta otra acotación que encontré en el campo “Condición” de nuestra base de datos, que decía “Necesita ser aspirado”. Siempre tenemos una aspiradora a la mano, por lo que creo que toma más tiempo escribir dicha frase que aspirar el objeto… Y luego entonces es que se hace el reporte de condición física. Recuerdo una colega que me envió un reporte de condición  sobre un objeto que se encontraba “feo, pero durable”.

“¡Cierre la puerta! Es por el clima”. ¡Registradores, hagan algo contra el cambio climático!

“¡Cierre la puerta! Es por el clima”. ¡Registradores, hagan algo contra el cambio climático!

Me encantan las inscripciones estúpidas. Trato de tomar fotos siempre que veo algo estúpido escrito acerca de algo. Perdí una de mis favoritas, una caja que estaba marcada “Vorsicht Inhalt” (“¡Contenido: precaución!”). ¡Resultó que contenía un extinguidor de fuego para carro y la inscripción era una advertencia de no tirar la caja (que era una caja de una botella de vino) porque había un artefacto valioso aún no documentado dentro! Bueno, dada esa inscripción yo me esperaba al menos encontrar asbesto o mercurio…

Me encontré con otra cosa, que puede verse en la foto de la derecha: “¡Cierre la puerta! Es por el clima”. Por supuesto sabemos lo que se entiende por eso de “cierre la puerta”. La puerta debe mantenerse cerrada porque la temperatura y la humedad relativa deben mantenerse estables en ese recinto. Pero con todas estas discusiones sobre el cambio climático… bueno, parece una solución como demasiado simple.

Al parecer, no soy la única a quien le gusta el humor involuntario sobre el trabajo del registrador. Den una mirada a este maravilloso vídeo: Stuff Museum People Say” [“Cosas del museo, dice la gente”] que hizo el Atlanta History Center: http://www.youtube.com/watch?v=IhAJiz2ixuY . En el minuto 1: 23 puede verse la típica escena en la que una miembro del equipo se hiere, y la registradora grita “¡Aleja la sangre del objeto!”

Ah, sí, y también nos encontramos con fallas a la hora de almacenar los objetos. Liz Walton creó un blog sobre esto: Art Storage Fail. [Fallas en el Almacenamiento de arte]. Disfrútenlo, y si tienen algo que tenga que ver con eso, envíenlo a ella.

Déjenme cerrar estas líneas con dos humoradas no intencionales en unas cartas que recibí de nuestro deshollinador de chimeneas. Nuestros depósitos externos para las colecciones no están habilitados las 24 horas al día los 7 días de la semana. Él ya estaba al tanto de esto, dadas las muchas, muchas veces que vino a hacer su revisión anual y no había nadie allá. Así que ahora él primero nos envía una carta para fijar una cita. La primera que recibí decía: “Estaré yendo el 25 de febrero a las 10:15 am o en los días posteriores”. Dado que él no se apareció el 25, lo llamé para citarlo el 26 de febrero, 11:00 am, y todo salió bien. El siguiente año recibí una carta: “Estaré yendo en febrero. Por favor no me esperen, les llamaré para hacer la cita”. De nuevo, todo salió bien luego de que él llamó, pero hasta hoy no he podido sacarme de la cabeza la imagen de alguien esperando la llegada del deshollinador de chimeneas durante todo el mes de febrero…

Angela

Cómo llegué a ser registrador de museo II

Vagabundeando en los diversos ámbitos del Museo

Angela Kipp

picture by Bernd Kiessling

Vista de mi más reciente lugar de trabajo.
HDR photo by Bernd Kießling

Aunque más bien sería: ¿Cómo me di cuenta de que era una registradora…? Pero, comencemos desde el principio.

Siempre me han gustado los objetos viejos, y escalé castillos y visité museos desde que tengo memoria. Así que de alguna manera era lógico que eligiera museología al finalizar la escuela. Por cierto, mi agente de la oficina central de empleos consideró que eso era una idea muy tonta. De todas maneras, decidí estudiar en Berlín, en la Universidad de Ciencias Aplicadas (FHTW en alemán). Esto implicó que yo tuviera que hacer 6 meses de internado en algún museo o archivo para poder completar los requisitos de ingreso. Hice esto en el Museo de la Tecnología y del Trabajo (LTA en alemán), en Manheim. Esta fue la primera vez que entré en contacto con el trabajo de las colecciones de los museos, pues una de mis tareas fue documentar alrededor de 500 latas de café, que iban desde envases muy pequeños como de medicamentos, hasta grandes contenedores.

La ventaja de esto era que no solo fui aceptada como estudiante de museología en Berlín, en el otoño de 1998, sino que también para el primer receso del semestre ya tenía un empleo en el museo. El LTA mostraba una exposición sobre “El café, cómo hacerlo y cómo degustarlo”. Me convertí en una combinación de bartender explicando cómo tostar el café en la máquina tostadora, y luego de vendedora de tazas de café a los visitantes. Cuando no había nada que hacer, documentaba las máquinas y los molinos de café, y podía dar conferencias de cinco minutos acerca del principio de la “cafetera de recirculación” y sobre por qué es una idea tonta colar café con ella.

En el siguiente receso del semestre, hice un internado en el Museo de la Comunicación (anteriormente el museo postal) en Berlín. Estaban preparando su próxima exposición permanente, y así, “infortunadamente”, tuve que cortar mis estudios por un semestre porque los del museo me nombraron asistente del proyecto. Fue una etapa emocionante y aprendí muchas, muchas cosas acerca de exposiciones, investigación, redacción de textos, cuestiones sobre derechos de autor, manipulación de objetos y resolución de problemas. Regresé a mis estudios en mayo de 2000, aunque luego de este proyecto ni una vez he dejado de trabajar para un museo o institución similar. Trabajé como profesional independiente durante mis estudios, como trabajo secundario. Fueron diferentes trabajos, pero la mayoría de ellos estuvo vinculada con exposiciones especiales. De este modo, aprendí mucho sobre ENIGMA, la máquina de codificación, sobre milicia prusiana, ladrillos de arcilla, desarrollo agrícola en el estado de Brandenburgo, parámetros de historia de la iglesia, el cerebro humano y la fabricación de tornillos.

Finalicé mis estudios en la primavera de 2000, y permanecí trabajando como profesional independiente para museos, principalmente para el Deutsche Museum en Munich y para el Museo de la Catedral de Brandenburg/Havel, pero continuaba en la búsqueda de un contrato o un trabajo estable en algún museo. Un día que estaba buscando avisos de empleo en intertnet, surgió un nombre muy conocido para mí: el Landesmuseum für Technik und Arbeit estaba buscando un curador para su exposición permanente sobre materiales sintéticos y sus colecciones de objetos de química. Sintiendo que no tenía nada que perder, envié mi solicitud, sabiendo que mis posibilidades eran pocas, ya que ellos buscaban un especialista en química. Fue grande mi sorpresa al ellos invitarme a una entrevista de trabajo, y en febrero de 2003 yo estaba de vuelta en mi “viejo” museo, lo que me hacía sentir como de regreso en casa.

Developing Banana Key Rings (from left to right): Polypropylene let the key ring break too easy, blue was the wrong color, polyethylene with yellow color was just perfect.

Preparación de las bananas-llavero. (De izquierda a derecha): el de Polipropileno se rompía demasiado fácil, la azul era de color equivocado, la de polietileno amarillo quedó perfecta.

La exposición permanente sobre materiales sintéticos incluía algunas máquinas de moldeo por inyección que aún funcionaban. Así que cuando el museo mostró una exposición especial sobre bananas, nos las arreglamos para encontrar un fabricante local de formas de moldeo, quien nos diseñó, manufacturó y donó un molde para hacer llaveros en forma de banana. Fue muy divertido para los técnicos de demostración y para mí encontrar el material y el color sintéticos correctos para obtener una banana perfecta. Hicimos bananas blancas, rosadas y azules e incluso una que quedó como una banana podrida, ya que la temperatura estaba muy alta y la quemó un poco. Al rato, fuimos capaces de producir llaveros en forma de bananas perfectas de polietileno amarillo. A los visitantes les gustaron mucho. (Disculpen esta nota al margen, pero como este no es un relato de registradores, no tendré posibilidad de contarla en otra parte).

As a side note: The little blue banana is travelling the world as a geocaching travelbug and is currently in Sweden...

Nota al margen: La pequeña banana azul está viajando por el mundo como viajera errante por error (geocaching), y actualmente está en Suecia…

Ser curador de materiales sintéticos significó no solo trabajo curatorial, sino también un poco de trabajo como registradora. Había una gran colección de cintas magnéticas originales, de principios de 1934 hasta la actualidad, que requerían ser revisadas y documentadas. La mayor dificultad estribó en investigar sobre cómo archivarlas y preservar la información en ellas, problema que aun no se ha resuelto a plena satisfacción.

Como pueden imaginar, el tiempo pasa rápidamente, y el contrato era solo por dos años. En mi segundo año allí, el Landesmuseum anunció el cargo de “Depotverwalter” (Administrador de almacenes externos). Otra vez sin tener nada que perder, solicité el cargo y fui seleccionada. Esto marcó el punto donde me cambié completamente del área de exposiciones a la del trabajo con las colecciones.

Fue mucho más tarde, en 2006, luego de haber coordinado el cierre de uno de nuestros almacenes y la reubicación de las colecciones en los dos actuales recintos, que traté de explicar a una colega estadounidense en qué consistía mi trabajo. Investigué en internet y hurgué en dos descripciones de ese trabajo: una, sobre el gerente de las colecciones, y otra sobre el registrador. Decididamente, como mi ocupación tenía más que ver con los asuntos prácticos como el movimiento físico de la colección, escogí el de gerente de las colecciones. Más tarde me di cuenta de que el uso del término difiere de institución a institución, y yo también hago mucho del trabajo de base de datos, tanto como del de préstamos, de modo que también soy una registradora.

¡Esto es todo, amigos! Así es como me convertí –o me di cuenta de que era- una registradora.

"Varios" no es una categoría, y "Objeto" es cualquier cosa

Accesión y Categoría: codificación o división de las colecciones

Each of these 3,000 objects of Mexican Folk Art need - and have - a category.Thanks to Aleida Garcia for the picture.  www.imasonline.org

Cada uno de estos 3.000 objetos de arte popular mexicano requiere -y tiene- una categoría. Gracias a Aleida García por la imagen. www.imasonline.org

En las labores del registrador de colecciones del museo, las codificaciones de Accesión y Categoría para cada objeto de su colección resultan indispensables. Son más que un número, pues portan en sí mismas una gran cantidad de información, o abren la puerta a ésta.

Estos códigos son una especie de “QR” avant la lettre. Su uso en softwares de gestión y control de colecciones permite que se constituyan en puntos de partida para numerosos criterios de búsqueda informatizada; los campos de búsqueda del software pueden incluir todas las numeraciones y terminologías que contienen estas codificaciones.

El código o número de Accesión es de uso  tan universal como indispensable; el de Categoría pareciera no serlo tanto en algunos museos. Sin embargo, a este segundo número daremos más atención en estas líneas. Si el código o número de Accesión refiere al año en el que un ítem ingresó a la colección, de modo secuencial por cada año calendario [v.g. 2012.0034], el de Categoría identifica el ingreso por tipo de objeto genérico, su finalidad y significaciones. La Categoría no es una codificación que refiera lo estético o alguna supuesta superioridad o valor natural, cultural o naturalcultural (artístico, científico, tecnológico, religioso, etc.). Puede o debe incluir tantas sub-categorías como fuere necesario SEGÚN EL TIPO DE OBJETO:

[PINturas-0148];

[MOBiliario/CONsola-0025];

[VEHículos/AUTomotor/CAMión-0012];

[HERRamientas/MARtillo-1135];

[RELojería/PARed-0982];

[TAPices-0023];

[IMPResos/AFIche-1128];

[VESTimentas/CAMisa/MASculina/AFRicana-0089];

[RELigiosoS/CALiz/IGLesia Ortodoxa Griega-0051];

[MUSica/INSTrumentos/AERófonos/Hebreo-0129];

[HERRamientas MECánicas/PERcutoras/TALadro-0023]…

Refiero acá solo objetos culturales y tecnológicos, por mi desconocimiento de las áreas de lo natural-biológico o mineral.

He escrito en mayúsculas “SEGÚN EL TIPO DE OBJETO” porque esa palabreja, cuando es impropiamente utilizada, genera informaciones falaces, imprecisas y demasiado genéricas, y en una colección museística eso es inaceptable. Lo mismo ocurre con la palabreja “VARIOS”. Todo objeto, del tipo que fuere (natural, cultural, tecnológico o naturalcultural) tiene una denominación y pertenece a un género, tipología, especie, familia, etc. Incluso cuando se trata de patrimonios culturales intangibles o inmateriales, o de patrimonios naturales intangibles. Esto es una verdad del tamaño del universo para todo registrador, lo que implica que él/ella debe estar muy al tanto de los criterios de clasificación de los objetos que tiene en su colección; además, debe mantener un estrecho contacto con los curadores e investigadores, o con los fabricantes, que conozcan más de ese objeto en principio desconocido para el registrador. De modo que en las codificaciones por Categoría siempre habrá un término adecuado para su categorización o división. Y si en las Categorías ya existentes en la colección no existe una que albergue a este tipo de objeto, pues ¡cree una! Un buen software de gestión de colecciones lo permite y estimula, al igual que un buen director, un buen curador y un buen registrador…

En mi trabajo como registrador nunca categoricé ciertos objetos como “Varios”, aunque corregí y reubiqué algunos casos ya existentes que me encontraba, y mucho menos cometí la perogrullada de categorizarlos como “Objetos”. ¡Obviamente, todo es un objeto! (al menos hasta que se cree el “Museo de Pensamientos y de Sentimientos”… El registrador de allí estará en problemas…).

He visto casos, por ejemplo en algún museo de Latinoamérica, en el que parte de su colección (que aparece en su página web) está categorizada como “Objetos”. Incluso, hace casi un año hice la observación y sugerencia a su personal involucrado en eso, sin haber recibido respuesta.

El título o denominación genérica correctos de un ítem son algo imprescindible: me encontré un caso en el que un ítem había sido denominado “Sillón con dos brazos”… Una rápida verificación en libros especializados me reconfirmó que una silla que tiene dos brazos se denomina Sillón… Y un poco de razonamiento me ayudó a reconfirmar que los carros ruedan porque tienen ruedas…

Un registrador de colecciones de un museo puede y debe estar en capacidad de abrir sus esquemas y razonamientos, para así poder realizar su trabajo correcta, eficiente y creativamente, adecuándolo a las circunstancias y tipología (Categoría) del objeto al que se va a registrar y dar Accesión a la colección. ¡Debe ser crítico!