Cómo llegué a ser registrador de museo II

Vagabundeando en los diversos ámbitos del Museo

Angela Kipp

picture by Bernd Kiessling

Vista de mi más reciente lugar de trabajo.
HDR photo by Bernd Kießling

Aunque más bien sería: ¿Cómo me di cuenta de que era una registradora…? Pero, comencemos desde el principio.

Siempre me han gustado los objetos viejos, y escalé castillos y visité museos desde que tengo memoria. Así que de alguna manera era lógico que eligiera museología al finalizar la escuela. Por cierto, mi agente de la oficina central de empleos consideró que eso era una idea muy tonta. De todas maneras, decidí estudiar en Berlín, en la Universidad de Ciencias Aplicadas (FHTW en alemán). Esto implicó que yo tuviera que hacer 6 meses de internado en algún museo o archivo para poder completar los requisitos de ingreso. Hice esto en el Museo de la Tecnología y del Trabajo (LTA en alemán), en Manheim. Esta fue la primera vez que entré en contacto con el trabajo de las colecciones de los museos, pues una de mis tareas fue documentar alrededor de 500 latas de café, que iban desde envases muy pequeños como de medicamentos, hasta grandes contenedores.

La ventaja de esto era que no solo fui aceptada como estudiante de museología en Berlín, en el otoño de 1998, sino que también para el primer receso del semestre ya tenía un empleo en el museo. El LTA mostraba una exposición sobre “El café, cómo hacerlo y cómo degustarlo”. Me convertí en una combinación de bartender explicando cómo tostar el café en la máquina tostadora, y luego de vendedora de tazas de café a los visitantes. Cuando no había nada que hacer, documentaba las máquinas y los molinos de café, y podía dar conferencias de cinco minutos acerca del principio de la “cafetera de recirculación” y sobre por qué es una idea tonta colar café con ella.

En el siguiente receso del semestre, hice un internado en el Museo de la Comunicación (anteriormente el museo postal) en Berlín. Estaban preparando su próxima exposición permanente, y así, “infortunadamente”, tuve que cortar mis estudios por un semestre porque los del museo me nombraron asistente del proyecto. Fue una etapa emocionante y aprendí muchas, muchas cosas acerca de exposiciones, investigación, redacción de textos, cuestiones sobre derechos de autor, manipulación de objetos y resolución de problemas. Regresé a mis estudios en mayo de 2000, aunque luego de este proyecto ni una vez he dejado de trabajar para un museo o institución similar. Trabajé como profesional independiente durante mis estudios, como trabajo secundario. Fueron diferentes trabajos, pero la mayoría de ellos estuvo vinculada con exposiciones especiales. De este modo, aprendí mucho sobre ENIGMA, la máquina de codificación, sobre milicia prusiana, ladrillos de arcilla, desarrollo agrícola en el estado de Brandenburgo, parámetros de historia de la iglesia, el cerebro humano y la fabricación de tornillos.

Finalicé mis estudios en la primavera de 2000, y permanecí trabajando como profesional independiente para museos, principalmente para el Deutsche Museum en Munich y para el Museo de la Catedral de Brandenburg/Havel, pero continuaba en la búsqueda de un contrato o un trabajo estable en algún museo. Un día que estaba buscando avisos de empleo en intertnet, surgió un nombre muy conocido para mí: el Landesmuseum für Technik und Arbeit estaba buscando un curador para su exposición permanente sobre materiales sintéticos y sus colecciones de objetos de química. Sintiendo que no tenía nada que perder, envié mi solicitud, sabiendo que mis posibilidades eran pocas, ya que ellos buscaban un especialista en química. Fue grande mi sorpresa al ellos invitarme a una entrevista de trabajo, y en febrero de 2003 yo estaba de vuelta en mi “viejo” museo, lo que me hacía sentir como de regreso en casa.

Developing Banana Key Rings (from left to right): Polypropylene let the key ring break too easy, blue was the wrong color, polyethylene with yellow color was just perfect.

Preparación de las bananas-llavero. (De izquierda a derecha): el de Polipropileno se rompía demasiado fácil, la azul era de color equivocado, la de polietileno amarillo quedó perfecta.

La exposición permanente sobre materiales sintéticos incluía algunas máquinas de moldeo por inyección que aún funcionaban. Así que cuando el museo mostró una exposición especial sobre bananas, nos las arreglamos para encontrar un fabricante local de formas de moldeo, quien nos diseñó, manufacturó y donó un molde para hacer llaveros en forma de banana. Fue muy divertido para los técnicos de demostración y para mí encontrar el material y el color sintéticos correctos para obtener una banana perfecta. Hicimos bananas blancas, rosadas y azules e incluso una que quedó como una banana podrida, ya que la temperatura estaba muy alta y la quemó un poco. Al rato, fuimos capaces de producir llaveros en forma de bananas perfectas de polietileno amarillo. A los visitantes les gustaron mucho. (Disculpen esta nota al margen, pero como este no es un relato de registradores, no tendré posibilidad de contarla en otra parte).

As a side note: The little blue banana is travelling the world as a geocaching travelbug and is currently in Sweden...

Nota al margen: La pequeña banana azul está viajando por el mundo como viajera errante por error (geocaching), y actualmente está en Suecia…

Ser curador de materiales sintéticos significó no solo trabajo curatorial, sino también un poco de trabajo como registradora. Había una gran colección de cintas magnéticas originales, de principios de 1934 hasta la actualidad, que requerían ser revisadas y documentadas. La mayor dificultad estribó en investigar sobre cómo archivarlas y preservar la información en ellas, problema que aun no se ha resuelto a plena satisfacción.

Como pueden imaginar, el tiempo pasa rápidamente, y el contrato era solo por dos años. En mi segundo año allí, el Landesmuseum anunció el cargo de “Depotverwalter” (Administrador de almacenes externos). Otra vez sin tener nada que perder, solicité el cargo y fui seleccionada. Esto marcó el punto donde me cambié completamente del área de exposiciones a la del trabajo con las colecciones.

Fue mucho más tarde, en 2006, luego de haber coordinado el cierre de uno de nuestros almacenes y la reubicación de las colecciones en los dos actuales recintos, que traté de explicar a una colega estadounidense en qué consistía mi trabajo. Investigué en internet y hurgué en dos descripciones de ese trabajo: una, sobre el gerente de las colecciones, y otra sobre el registrador. Decididamente, como mi ocupación tenía más que ver con los asuntos prácticos como el movimiento físico de la colección, escogí el de gerente de las colecciones. Más tarde me di cuenta de que el uso del término difiere de institución a institución, y yo también hago mucho del trabajo de base de datos, tanto como del de préstamos, de modo que también soy una registradora.

¡Esto es todo, amigos! Así es como me convertí –o me di cuenta de que era- una registradora.

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