
Polvo de un museo de historia natural ©Klaus Pichler
Día sí, día no, el personal de colecciones lucha contra el polvo. Embalamos obras de arte, dinosaurios, coches y cafeteras, a veces incluso guardamos cajas antiguas de cartón en cajas nuevas de archivo. Hacemos de todo para mantener a nuestro archienemigo, el poderoso polvo, alejado de nuestros artefactos. Y mientras cepillamos, limpiamos y aspiramos apuesto a que a ninguno de nosotros se nos había ocurrido que este malvado pudiera tener una faceta estética.
Pero el fotógrafo Klaus Pichler, a quien ya conocemos por su serie “Esqueletos en el closet”, ha capturado esta faceta estética del polvo. Fascinada por la diferencia entre el polvo de un museo de historia natural y el de una tienda de moda, le pregunté cómo se le ocurrió la idea:
Klaus Pichler:
«La idea para este proyecto llegó por casualidad: me mudé de mi antiguo apartamento, y mientras estaba despejando el espacio me di cuenta de que el polvo de la sala de estar era rojo, y el de la habitación azul. Esto me dejó asombrado y no pude quitármelo de la cabeza, así que decidí explorar el asunto y estudiar el polvo de forma sistemática, especialmente las infames pelusas, las aglomeraciones de polvo. Desde el principio el plan fue crear un archivo de polvo que contuviese muestras de un amplio espectro de áreas de nuestra sociedad, y que hubiera fotografía de todas las muestras. Para elegir los sitios de los que recoger polvo tomé el modelo de necesidades básicas (residencia, trabajo, ocio, tráfico…) y lo usé para decidir a grandes rasgos cómo ponderar los lugares que deberían estar incluidos en este proyecto. Y llegó el momento: ¡salí a cazar polvo!

Polvo de una tienda de moda ©Klaus Pichler
Podéis imaginar las reacciones que desperté cuando (¡sin aviso previo, me gusta decirlo!) me presenté en distintas tiendas, apartamentos, escuelas, restaurantes, etc. diciendo que estaba interesado en, y pedía permiso para, buscar polvo. Y especialmente –ya que no entré en muchos detalles sobre por qué lo hacía– cuando, tan pronto obtenía el permiso, empezaba a arrastrarme a cuatro patas buscando pelusas. Para mucha de la gente que se encontró con mi petición esta fue, seguro, una de las más raras de su vida profesional…
Las muestras de polvo que encontré (procuré recoger distintas muestras de cada estancia pero siempre guardaba solo una) fueron a mi archivo de polvo. Las catalogué según un patrón de categorías (fecha, lugar, dirección, descripción, número de catálogo) y las archivé en cajas de petri. Por cada 25 nuevas muestras que reunía hacía una sesión fotográfica en la que fotografiaba todas en las mismas condiciones con una cámara de alta resolución con macro. Los resultados de mis actividades como coleccionista pueden verse en el libro Polvo [Dust], que ya está publicado».
¿Qué es lo que te fascina del polvo, que para la mayor parte de nosotros –especialmente para los registradores– no es más que una molestia?
Klaus Pichler:

Polvo de un museo de arte ©Klaus Pichler
«Al empezar este proyecto suponía que existe una cierta variedad de polvo, pero de ningún modo había anticipado lo que descubrí: cada polvo era distinto, y para nada el polvo monocromo que esperaba. Al contrario: las distintas pelusas a menudo tenían un rico colorido, algunas un color primario, otras mezcladas, unas armónicas, otras de colorido disonante. Esto se correspondía con la irritante variedad de componentes –desde fibras y cabellos a partes que señalaban a la finalidad del espacio en el que se había formado ese polvo–. Partículas de palomitas de maíz en el polvo de un cine, insectos muertos en el polvo de un departamento de entomología de un museo de historia natural, migas de pan en el polvo de una panadería. A veces casi es posible saber de dónde viene el polvo mirando sus ingredientes y su color, porque cada espacio produce un tipo único debido a su diseño y finalidad de uso. Para mí, todo esto resultó tremendamente fascinante.
Por eso querría daros este pequeño consejo: la próxima vez que estéis barriendo el polvo tomaos un momento, coged una linterna potente, orientad la luz a las pelusas y sumergíos en el fascinante mundo del polvo.»
¡Gracias por la oportunidad de mirar el polvo con otros ojos!
El libro Polvo [Dust]:
Tapas duras, con sobrecubierta en tela de 2 mm y logo ‘Dust’ aterciopelado, hecha a mano, 30 x 30 cm (abierto: 30 x 60 cm), 102 págs. (4 págs. de papel transparente, 98 págs. de papel no estucado), 45 imágenes. Incluye un póster doblado, 50 x 70 cm, impreso en papel no estucado.
Primera edición, 2015. Limitada a 450 copias numeradas a mano y firmadas.
Se puede encargar a través del sitio web del autor:
http://kpic.at/images/4497
Traducción al español desde el inglés: Lucía Villarreal




