Digamos que compras un aparato que viene en una caja. Este envase protector podría tener en él fotografías en color de lo que hay dentro, instrucciones de instalación y uso, y un código de barras mediante el cual el fabricante, expedidor y almacén pueden mantener un seguimiento de su precio e inventario. Una vez acabada la utilidad de esta caja, la doblamos y se envía a reciclar.
Piensa cincuenta años hacia el futuro, por ejemplo,. Cuando prestamos dicho aparato que vino en esa caja a otro museo. ¿Qué hace el museo? Lo pone en otra caja. Esta caja sirve para fines muy similares a la original, e incluso a veces tiene el unicuo código de barras. Sin embargo, existen diferencias importantes entre el embalaje original y el nuevo. La caja Antigua podría haber servido como protección física a corto plazo para evitar daños al aparato durante su transporte y almacenamiento, pero casi seguro que estaba hecha de materiales que, a largo plazo, hubiese perjudicado el pobre aparato. Papel y cartó ácido, espuma que emite gasses nocivos, quizá plásticos que deterioran y forman películas adhesivas que pueden dañar su acabado. Adhesivos que se descomponen y migran de cintas y costuras a los contenidos.
La nueva caja es fabricada con cartón especial libre de ácido y protége contra la migración del mismo. Esta hecha sin adhesivos. Bandejas o soportes internos pueden estar hechos con espumas inertes, algodón sin teñir ni procesar, telas de poliéster o fibras o papel tisú arrugado y libre de ácido. La caja tiene una etiqueta con el número de inventario y la descripción del aparato. A veces incluso tiene una fotografía del aparato y asi evitamos abrir la caja para ver su contenido. Si es necesario, inclusion tiene instrucciones para abrir de la caja y manejar el aparato de forma segura.
Muchos objetos en la collection de un museo pueden almacenarse simplemente en estanterías o cajones y muchos otros se almacenan en cajas libres de ácido, disponibles comercialmente, con el relleno o apoyo básico. Algunos objetos, sin embargo, son demasiado frágiles, o tienen una forma irregular, para caber en un embalaje prefabricado. En estos casos entra en juego la fabricació de una caja. Para ello utilizo herramientas simples, un cuchillo, una plancha de corte y una pistola de pegamento. Mi arsenal de materiales incluye cartón y cartulina libre de ácidos, espuma en planchas, bloques y varillas, cinta de doble cara, cinta muselina y algodón, así como tejido libre de ácidos.
El diseño de una caja se determina midiendo el objeto para asi averiguar la mejor manera de posicinamiento, teniendo en cuenta el espacio necesario para incluir relleno y soportes, y conseguir la forma de poder abrir y cerrar la caja con la menor cantidad de manipulación. A veces el objeto se situa en un colchón con relleno de fibra de poliéster, a veces está sujeto a los soportes, a veces se bloquea con bloques de espuma desmontables, con números e instrucciones. ¿Cómo se puede averiguar qué usar? Experiencia, y para mí, la capacidad de imaginarme a mí mismo como objeto, capaz de detectar cualquier tensión o punto débil que necesita ser atendido.
La caja mostrada aquí es del tipo conocido como una “caja de loto”. Tiene cuatro lados desplegables, que permiten que la pequeña copa y platillo puedan verse sin abrir la caja. La tapa mantiene los laterals de la caja juntos cuando la caja está cerrada. Actualmente estoy diseñando un tipo de caja similar para un artefacto perteneciente al Museo Levine. Tendrá una bandeja y sólo un lado desplegable, con bloques de espuma internos que permitiran que dos objetos viajen con seguridad, uno dentro del otro. También me han pedido que participle en un taller de fabricación de cajas este verano para el Consorcio de Preservación de Carolina del Norte (North Carolina Presevation Consortium).
Los embalajes me han fascinado desde que era un niña. Siempre he guardado cajas, latas y botellas. Mientras estaba sentaba en clase de geometría, diseñaba pequeñas cajas plegables en mi papel cuadriculado. Pasando a diseñar embalajes para objetos en la collection de un museo fue una progresión muy natural, y esto sigue siendo mi parte favorita del trabajo como Encargada de Collecciones.
Traducción al español desde el inglés: Maria C. O’Malley