Niños en el Palacio

por Alana Cole-Faber

Perseus by Antonio Canova, picture by Hans Weingartz

“Perseo” de Antonio Canova, fotografía realizada por Hans Weingartz

Hace unas semanas llevé a mis gemelos de cuatro años al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York para ver el hermoso belén napolitano del Museo. Por supuesto, al llegar nos distrajimos fácilmente con las momias, templos y esculturas y apenas hubo tiempo propiamente para el belén. Paseando por uno de los pasillos de escultura europea, a mis hijos les cautivó “Perseo con la cabeza de Medusa”, de Antonio Canova. Habíamos leído la historia de Perseo numerosas veces antes, y esta representación del héroe fue inmediatamente reconocible para ellos. Mi hija se alegró de ver que Perseo llevaba casco, pero mi hijo estaba bastante molesto porque parecía haber olvidado un regalo crucial de Atenea: un escudo reflectante. Mientras los gemelos debatían la exactitud de la escultura, dos hombres se acercaron. Uno le dijo al otro: “Oh, eh, es una escultura del hombre de ese mito”. Mi hija les escuchó por casualidad y suavemente dijo: “Perseo”; pero los hombres no le escucharon. El segundo hombre dijo: “Sí, es ese hombre que mató a Medusa. ¿Cuál era su nombre?”. Los hombres permanecieron un momento en silencio rascándose la cabeza. “Perseo”, dijo mi hija un poco más alto, pero fue ignorada de nuevo. “¡Perseo!”, exclamó el primer hombre después de una larga pausa, momento en el que mi hija se volvió hacia mí y dijo: “Le dije que era Perseo, pero no me escuchó”.

“Él no me escuchó”. Podía oír en mi cabeza las palabras de mi hija, tal y como leí en el reciente artículo de Tiffany Jenkins sobre los niños en los museos, titulado “Los niños deben ser vistos y no oídos”. La autora asegura que los museos están demasiado orientados a los niños en los últimos años y afirma que esto es esencialmente un desperdicio de fondos, ya que cree que los niños no son capaces de beneficiarse verdaderamente de las colecciones que ofrecen los museos. El artículo critica severamente la inclusión de los niños en los museos, lo que casi se lee como una sátira. Casi.

Children discovering the secret of calculating machines in the TECHNOSEUM in Mannheim/Germany. TECHNOSEUM, imagen Klaus Luginsland

Niños descubriendo el secreto de las máquinas de hacer cálculos en el TECHNOSEUM de Mannheim/Alemania. TECHNOSEUM, imagen Klaus Luginsland

Sí, los niños son a menudo ruidosos en los museos. Sí, a veces corren cuando deberían caminar. Sí, a veces tocan cuando no deberían. Sin embargo, se lleva a los niños a los museos para su educación, y su educación abarca más que simplemente quién hizo qué y cuándo. Llevar a los niños a los museos les enseña que estas instituciones tienen valor, que lo que hay dentro de ellas tiene valor, y que la gente que trabaja allí tiene valor. Con la ayuda de un docente comprometido, los niños pueden incluso aprender cómo deben comportarse en las galerías, pero, incluso aunque no sea así, las semillas se han plantado no obstante para su futuro crecimiento. Estudios realizados por el Fondo Nacional de las Artes indican que hay numerosos beneficios en involucrar a los niños en las artes y que esos beneficios son especialmente significativos para los niños de familias con bajos ingresos.

La afirmación de la Sra. Jenkins de que los museos están demasiado orientados a los niños es imposible de apoyar. He trabajado y visitado muchos museos de muchos países diferentes a lo largo de los años. Ni una sola vez he creído que ningún museo estuviese demasiado centrado en los niños. Hace poco visité el Museo Smithsonian del Aire y del Espacio, que en los Estados Unidos es una especie de meca para los más pequeños. Los aviones y las naves espaciales cuelgan del techo, y hay actividades interactivas y vídeos a lo largo de las galerías. Hay niños por todas partes, y un montón de cosas para que ellos toquen y trepen. Si algún museo pudiese ser acusado de estar excesivamente orientado a los niños, podría ser este. Sin embargo, me di cuenta de que en cada actividad interactiva había al menos tantos adultos participando como niños. Los abuelos señalaban famosos aviones a sus pequeños compañeros, y los niños preguntaban repetidamente a sus padres: “¿Qué quiere decir esto? ¿Qué es esto?” Había ruido, eso seguro, pero había conocimiento recorriendo cada rincón y rendija de esas galerías. No cabe duda al menos de que esos niños volverán como adultos, compartiendo su experiencia con sus propios hijos y nietos.

Hand papermaking at the TECHNOSEUM in Mannheim/Germany TECHNOSEUM, imagen Hans Bleh

Fabricación manual de papel en el TECHNOSEUM de Mannheim/Alemania. TECHNOSEUM, imagen Hans Bleh

Si nuestros museos no son para niños, ¿para quienes lo son? ¿No estamos en este negocio para preservar el arte, la cultura y la Historia para las futuras generaciones? Para aquellos de nosotros que trabajamos “detrás de escena” con las colecciones, es fácil pensar en el trabajo de atraer a nuestros ciudadanos más jóvenes a los museos como algo ajeno a nosotros. En algún momento de nuestras carreras, la mayoría de nosotros hemos dicho: “Oh, yo realmente no soy un conservador y/ o educador”. Pero los que conservamos las piezas formamos parte de esta misión educativa y nos interesa enormemente que la misma tenga éxito.

Si no estamos enseñando a nuestros jóvenes que lo que hacemos importa, que todas estas piezas antiguas que cuidamos tienen valor, entonces estaremos sin trabajo cuando la próxima generación llegue a la mayoría de edad y la Sra. Jenkins se quedará completamente sin su “palacio de conocimiento”. La próxima vez que escuchemos un ruidoso grupo escolar deambulando a través de la galería de un museo, quizá deberíamos estar agradecidos de que alguien se haya preocupado lo suficiente como para traerlos. Y, entonces, podremos asegurarnos de que no toquen nada que no deban.

Si estas esperando la solución del “Trilema” de un Registrador, aguanta una semana más. Lo revelaremos el 17 de enero.

Traducción al español desde el inglés: Laura García Oliva

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5 thoughts on “Niños en el Palacio”

  1. I have to agree that this was a great rebuttal to the argument that museum’s have become too child friendly. Like Anne Lane I do not have children, however some of my earliest and fondest memories are from days out to the Melbourne Museum with my grandparents. My brother and I were always encouraged to be inquisitive; we asked questions, we attended school holiday programs and as such both remain committed to going to the museum with our younger family members. I actively believe that we need to bring our collections to the children, to get them actively involved with our history – whether that is through open days, discovery centres or a more multimedia/interactive approach. One of the many aspects of my job is the recommendation to preserve or conserve objects. This is not for me, but for the future generations that should be able to connect with our past. As cliche as it sounds, the children ARE the future. Certainly the future for museums.

  2. Alana, I finally got around to reading your wise comments. My mother took me on the train to the Art Institute of Chicago on Saturdays when I was a kid. (The trains had wicker seats that flipped back and forth according to the direction of travel – yep, eons ago). Even before I worked in museums I would take my kids. When my daughter was about 12 she was a volunteer at the Madison Children’s Museum. Later when she moved back to Madison to get her undergrad degree – she did another stint there again. While her field is rather far removed from museum work – she hasn’t lost the appreciation. When she comes to NY to visit – we make our forays into the city’s museums. What goes around comes around. I’ll be looking with fresh eyes at families learning together from now on – thanks to you.

  3. [Marked as spam by Antispam Bee | Spam reason: Server IP]
    Great article. A good, thoughtful read to inspire all of us to embrace learners of all ages. Accessibility and transparency, are key in this industry. We must engage our constitutes and community; engaging them and meeting their needs or we, as cultural institutions, will no longer be relevant.

  4. Bravo Alana! The original article was so distasteful that I tried to ignore it, but your response is worth saving and repeating as often as necessary.

    One of the things I now enjoy most about museums is watching families learn together and use the information and ideas we provide as a jumping off place for discussion of their own histories and interests. It’s great to watch kids and parents (and grandparents) share stories that start with what they see at the museum and go on beyond that.

    I once had the pleasure of telling a child who was being “shushed” by an adult, that, as director, I was the only one who got to tell him to be quiet, and I was fine with the noise he was making.

  5. Thank you, Alana! A great rebuttal to a truly bad argument. I have no children, but my parents took us to museums all the time when we were children. Mom always said to me, “You should work in a museum.” Mom, look at me now. I learned not only to value, and to learn from, but to love museums, and while I did not set out with a position in one as a career goal, it happened. And the sounds of a class of children interacting with artifacts and our education guy is music to my ears.

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